Todavía no podemos cuantificar las consecuencias del confinamiento en los mayores porque les hemos mantenido “escondidos” en sus residencias o en sus domicilios, al ser las personas más vulnerables a los efectos fatales de la COVID-19. Pero más allá de los efectos del virus, algunas de las consecuencias del confinamiento en la Salud Mental de los mayores han ido saliendo a la luz a lo algo de estas semanas. Os cuento mi experiencia profesional en un Centro de Salud Mental:
Las situaciones más complicadas a mi parecer se han dado en personas con demencia, que tienen dificultad para comprender la situación de alarma sanitaria, las medidas de higiene y aislamiento, y el riesgo que entraña no respetarlas para ellos o los de su alrededor, sobre todo en casos de personas infectadas por el virus. En instituciones donde conviven muchas personas vulnerables, tal como las residencias, a pesar de que se han instaurado protocolos rigurosos para diferenciar zonas COVID y zonas «limpias», mantener a las personas contagiadas fuera de zonas comunes y/o limpias ha supuesto un reto añadido a la difícil situación.
Algunas personas con demencia habitualmente tienen dificultades para reconocer al familiar con quien conviven o su vivienda, el manejo de las alteraciones de conducta derivadas ha sido más complicado para el familiar; dado que han visto interrumpida su rutina de actividad, en muchos casos la asistencia a centros terapéuticos, no podían salir para distraerse ni recibir visitas de familiares. A pesar de que en algunas de estas personas podría haberse aplicado, al igual que en las personas con autismo o retraso mental, una excepción a la restricción de salidas, dado que permanecer en casa podía exacerbar conductas de riesgo, sobre todo en casos de agresividad; el temor al contagio y su mayor vulnerabilidad hace que los familiares en general no hayan optado por acogerse a esta medida, de hecho, muchos permanecen en situación de confinamiento total tras tres meses.
Por otro lado, sobre todo entre los más mayores, personas que sufrían un proceso de deterioro cognitivo lento han sufrido en estas semanas un empeoramiento brusco a nivel cognitivo y conductual, con desbordamiento de sus familias, que apenas atribuían importancia al proceso de deterioro previo.
En algunos casos han debutado síntomas de deterioro cognitivo en personas con plena autonomía, con episodios de desorientación en la vía pública.
Algunos mayores que estaban en tratamiento por diferentes procesos psiquiátricos se han obsesionado con el hecho de sufrir la enfermedad a partir de cualquier síntoma percibido inespecífico (boca seca, manchas en la piel…), desarrollando conductas con riesgo para su salud; por ejemplo, tomar paracetamol a dosis altas, a pesar de no tener dolor ni fiebre. Otros se han obsesionado con el riesgo de contagio, limpian compulsivamente su casa y les prohiben a todos los familiares la entrada a casa, que no pueden supervisar necesidades y/o detectar situaciones de riesgo.
En pacientes que estaban en tratamiento por depresión, la interrupción de actividades que apenas comenzaban a realizar ha puesto el proceso «patas arriba».. nos tocará reconducirlo juntos.. intuyo que estos son los pacientes que van a ir llegando en las próximas semanas..
La pandemia y el confinamiento como veis tienen muchos «efectos secundarios» en la Salud Mental , y concretamente los mayores son un colectivo especialmente vulnerable. Como defiende en un artículo del Diario del Alto Aragón (31/05/20) el Dr. Javier Olivera, colega y referente, está situación va a dejar más patente la carencia de recursos específicos de atención psicogeriatriátrica.