En agosto 2019 comenzaba este blog hablando en diferentes entradas de la depresión en las personas mayores y su compleja relación con la demencia. No en vano, es el tema que más he trabajado y me declaro apasionada de su estudio.

Esta vez, trataré de señalar algunos aspectos diferenciales de la depresión en las personas con demencia respecto a la depresión en personas sin demencia:

– La frecuencia de la depresión es mayor en las personas con demencia (25% vs 12.8 %).

– Las personas con demencia tienen mayor dificultad para identificar y expresar los síntomas de depresión.

– La depresión en las personas con demencia tiene un rango de síntomas más amplio, incluyendo irritabilidad y aislamiento social, y suele ser de intensidad más leve.

– Algunos factores de riesgo específicos para la depresión en la demencia pueden ser: los cambios anatómicos y/o funcionales en el cerebro, la pérdida de capacidad funcional, la disminución de implicación en actividades y altos niveles de sobrecarga del cuidador.

– La depresión en la demencia responde peor al tratamiento farmacológico.

– El tratamiento de elección en casos de síntomas de depresión leve-moderada es la aplicación adaptada de terapia psicológica, centrada sobre todo en facilitar la adaptación a los problemas.

Esta entrada es un «aperitivo» del tema que he preparado para un curso que próximamente lanzará la Sociedad Española de Psicogeriatria (SEPG) sobre alteraciones psiquiátricas en las personas con demencia. Atentos! porque tengo el honor (y el reto..) de participar junto a profesionales de primer nivel en el campo de la psicogeriatria.

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